Me pide a gritos que me corra dentro de su cuerpo, no puedo aguantar mas con esos gemidos y me corro dentro suyo
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Después de una larga charla llena de miradas cómplices, no había dudas: lo que seguía era inevitable. Nos dejamos llevar por el deseo, las caricias se intensificaron, y la conexión entre nosotros se volvió ardiente. Lo que empezó como una simple conversación terminó con los cuerpos entrelazados y suspiros compartidos bajo las sábanas.